Mónica A. Montoya (Delirio Oscuro). Estudió la licenciatura de Creación Literaria en la UACM. Además de las letras, le gusta el dibujo y la ilustración por lo que crea y fomenta la narrativa gráfica. Ella es una persona que le gustan los temas tabúes, el erotismo, la fantasía, la mitología, la muerte, el terror y el misterio; por ello busca plasmar sus pasiones dentro de su obra. Tiene diversas participaciones literarias y gráficas en libros y revistas de formato impreso y digital a nivel nacional e internacional.
Twitter: @MonicaAMontoyaa
Instagram: @monyamontoya
E-mail: monyamontoya@outlook.com
Competencia
Se la pasó toda la vida compitiendo en contra de su hermana: la admiración de sus padres; las mejores notas; el novio más guapo y con dinero; un sobresaliente empleo; la casa más bella; la familia ideal.
Nunca logró superarla hasta que murió primero.
El impuntual
—¡Se me hizo tarde! ¡Se me hizo tarde! —Gritó desesperado El Tiempo.
Selfie
Tú y yo sonriendo en nuestra boda. Los años. Mi amante y yo en la cama. Tú descubriéndome. Tú y yo en el juzgado. Tú saliendo con alguien más. Tú sin mí. Yo y mi soledad. Tú, la mordaza, la cuerda y yo. Los días y nosotros. Las noches. Tu cara demacrada. Tú cerrando los ojos. Yo besando tus labios. Tú, por siempre durmiendo. Yo a tu lado diciendo a la cámara:
“¡Sonríe!”.
Belleza dormida
La mira recostada en la cama, es la mujer más bella que jamás haya visto antes, un pulsar en su entrepierna, se acerca a ella, con cada paso que da el corazón le salta del pecho. Se inclina, la besa, comienza a acariciar sus senos.
—Deja de hacer tus porquerías —dice su jefe que ha entrado de súbito a la habitación—. Es hora de trabajar.
—Uff… —suspiro, resignación—, está bien.
Ambos hombres preparan todo el material para embalsamar a la hermosa mujer.
Atrapado
Corre por los pasillos de un edificio en ruinas, su respiración se agita cada vez más, el corazón se encuentra al límite. Llega a un cuarto sin otra salida más que una ventana. Apenas y logra tapiar la puerta con algunos muebles viejos. Se acerca al agujero de la pared, desde el quinto piso mira hacia abajo: “Muerte instantánea si salto”.
Oye como sus perseguidores han llegado y comienzan a golpear la puerta; bramidos, arañazos, embestidas. La masa de muertos vivientes está por hacer ceder lo único que lo aleja de ellos. Mira de un lado a otro, no hay salida. Está atrapado. La puerta y los muebles caen. Siente que algo le aplasta el pecho, un dolor le recorre el hombro y desciende por su brazo. Los muertos entran. Un infarto, cae al suelo. Es devorado.
Un trabajador de la tienda corre hacia él, le quita el casco y el visor de realidad virtual. No hay nada que hacer. Ha sido un juego de muerte.