Jesús Humberto Olague Alcalá. Zacatecano, nacido en México, D.F. el 31 de diciembre de 1968 y radicado en Zacatecas, Zac. desde mediados del año de 1971. Ingeniero en Sistemas Computacionales, profesión que ha ejercido por más de veinte años de forma ininterrumpida. Comenzó a escribir desde temprana edad, práctica que abandonó durante más de dos décadas; recientemente ha sentido la necesidad de retomar la escritura. Ha colaborado como columnista invitado sobre temas diversos en
El Diario NTR, periódico de circulación local; algunos de sus relatos han sido incluidos en la
Primera Antología Triple C y
El libro de los seres no imaginarios (Minibichario); coordina la revista virtual literaria
El descensor, y mantiene varios blogs, entre ellos
Lo que es no tener que hacer,
Digo, yo nada más digo y
Espacio Zacatecano.
Consecuencia
Nunca pensó que podría, por una aventura sin importancia, perder la cabeza de esa forma, hasta que desde la mesa de la cocina, vio su cuerpo desnudo tirado en el salón.
Fuego eterno
Me veo al espejo que tengo frente a mí y apenas reconozco esta figura triste, enclenque, descamisada. ¡No hay más qué hacer! Tomo el arma y me la llevo a la boca lentamente. Disparo. En el espejo a mis espaldas, gotas de sangre de un rojo intenso salpican por encima de mi nuca y se convierten en lágrimas de fuego. La escena se repite una y otra vez en estos espejos paralelos mientras, sentado en el sofá, Satanás abre un libro de Cortázar y sonríe.
Mar de celos
El lunes el mar despertó cansado de ir y venir sin recompensa, decidió no volver más; para el miércoles ya extrañaba los juegos de los niños y las piernas desnudas de las bañistas, pero su orgullo fue más fuerte; hoy le consumen los celos de los ríos y los lagos que han aprovechado bien su ausencia.
Vuelta de tuerca
¡Tú y tu estúpida costumbre de complicar las cosas! Todo sería más sencillo si tuvieras el cuello roscado...
Con agravantes
Premeditación:
Me marcho ―me dijo―, lo he pensado mucho los últimos días; no eres tú, soy yo, y ella, somos los dos...
Alevosía:
... y tuvo el descaro de decirlo después de hacerme el amor como hace muchos años no lo hacía, cuando todavía temblábamos los dos de cuerpo y alma.
Ventaja:
Nunca podría él haber imaginado que yo sabía de sus traiciones y esa noche habría de usar, de cualquier forma, el cuchillo que tenía bajo mi almohada.