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Channel: Antología Virtual de Minificción Mexicana
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Fernando Reyes

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Fernando Reyes (México, D. F.). Estudió la Maestría en Literatura Mexicana en la UNAM. Becario de la Escuela de Escritores de la SOGEM. Ha sido profesor por 20 años (desde niños que escriben cuentos hasta universitarios que redactan su tesis). Ha compilado y editado una decena de antologías literarias (con temas como besos, fiestas, perros, perversiones, groserías y esperanzas). Ha escrito poesía (El pez goloso de tu lengua, Y el corazón apalabrémonoslo), cuento (No somos tiernas las suripantas), minificción (Cuentos para incendiar la oscuridad), novela (La filósofa, la jineteray el Comandante, ¿Quién mató a la maestra Rosita?), crónica (Boleros y tánatos, Escritores y otras monstruosidades) y ensayo (Si este silencio hablara, Escribir desde dentro). Escribió el primer libro comible y más cuentos infantiles. Ha escrito en publicaciones institucionales y marginales. Disfruta lo mismo leer en la UNEAC de Cuba que en el antro gótico Dadá X, en la Universidad de Texas que en la cárcel de Santa Martha, en el Palacio de Bellas Artes o en el metro Bellas Artes.



DAÑADOS

Les dije que yo no era lo que habían planeado. Les dije que no esperaran tanto de mí. Les dije que no era el padre perfecto. Les dije que yo también tenía debilidades. Les dije que no me presionaran. Les dije que explotaría tarde o temprano. Les dije que no me dejaran solo. Les dije no que me incendiaran de coraje. Les dije que no pagaran el recibo del gas. Les dije que no me dejaran cerca ningún encendedor.
          Les dije que me perdonaran. Y salí corriendo.


***

“¿Quién cometió el crimen?”, preguntó Truman Capote. “¿Cuál crimen?”, se cuestionó Kafka angustiado. “Hay varios sospechosos”, aseveró Conan Doyle con la jactancia de un Sir. “Hay que comprobarlo primero”, advirtió Chesterton con sabia humildad. Dostoievski solamente callaba, con las manos sudando. De repente, todos voltearon y escucharon la voz de Carroll que salía a través del espejo: “El sospechoso confesó. El juicio ya está hecho, solo que hasta mañana se cometerá el crimen.”


***

Uno, dos, tres, cuatro… y antes de que llegara la bruja con su manzana envenenada; papilomas y espiroquetas ya habían terminado con la princesa.


***

Litros y litros de los más finos champuses y acondicionadores llenaban el carrito de compras de Rapunzel. El príncipe, mientras sacaba la tarjeta de crédito, solo envidiaba las tijeras de Dalila.


BORGEANAS

I
Sólo existe una manera en que el reflejo de dos espejos encontrados pueda mirarse: en el infinito de tus ojos.

II
siwxyzmilwxyzmonoswxyzescribieranwxyzsinwxyzpararwxyzporwxyzlawxyzeternidadwxyzescribiríanwxyzlawxyzliteraturawxyzdewxyztodoswxyzloswxyztiemposwxyz

III
Un libro es una rayita más al tigre.

IV
De grano en grano se hace la arena, que contiene todos los mares. De letra en letra se conforman todas las bibliotecas del mundo. De mirada en mirada se construye la humanidad entera. De beso en beso hemos construido esta cadena.

V
La salida al más complejo de todos los laberintos se encuentra en el primer paso.

VI
Unos dicen que la peor pesadilla de Jorge Luis fue no haber sido feliz. tal como él confesó. Otros opinan que la peor fue quedarse ciego. Unos más dicen que no haber ganado el Nobel. Nadie tuvo razón. Todo depende desde el aleph con que se mire.

VII (con epílogo de Lewis Carroll)
Cuando has perdido a la reina, al alfil y a la torre, sólo queda disfrutar, o tener la esperanza de que tu contrincante pierda la cabeza.


Sitio web: Fantasiofrenia



Héctor Marcial Ugalde

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UCH, también conocido como Héctor Marcial Ugalde Corral, nació un día del año 1957 en la Ciudad de México. Estudió la Licenciatura en Informática con especialidad en Ciencias de la Computación en UPIICSA, IPN. Escribió en la revista Personal Computing México por cuatro años (1994 a 1998) la columna mensual "El lado oscuro" sobre virus y seguridad, de manera amena y en forma de diálogos entre un usuario, un cracker y un hacker. En esta revista, además le publicaron cuatro cuentos de ciencia ficción. Fue editor del año 1996 al 2001 de la primera revista sobre Internet en México Link La guía para navegar Internet de editorial Sayrols. En el 2008 realizaron un cortometraje sobre una adaptación de su cuento de ajedrez "Mi turno".
Sintetiza en breves palabras su pasión por los temas que lo obsesionan: sueños (y despertares), recuerdos (y olvidos), espejos, laberintos, ajedrez, el amor, la música, la vida y todo lo que se le atraviese en la curiosidad, por lo que tiene también blogs especializados en libros desplegables pop-up y en placas de autos entre otras muchas cosas que lo hacen vivir feliz para casi siempre.



¡No es lo que parece!

—¡No es lo que parece! —dijo el espejo, al ser sorprendido en su primer acto irreflexivo.


Pasatiempo reflexivo

Le gustaba jugar a encontrar las diferencias entre el espejo y la realidad.
Observaba concienzudamente el mundo real y lo iba comparando detalladamente con la imagen reflejada en el espejo.
Disfrutaba enormemente el ir marcando pacientemente las diferencias con tinta indeleble.
Así, el mundo se iba llenando gradualmente de más marcas e imperfecciones, y se iba alejando más y más de la imagen perfecta e inmaculada del espejo.


¿Le temes a la obscuridad?

—¿Le temes a la obscuridad?
La pregunta provoca que recuerde el cuerpo postrado en la cama en aquella habitación siempre entre las sombras. La mano colgando, que yo abrazaba y que me acariciaba. La voz que sonaba más débil, aunque todavía con fuerza...  
—¿Le temes a la obscuridad?
—No —contesto—. Mi abuelo vive ahí.


Destino inevitable

Él moreno. Ella rubia de ojos azules.
Ella directora de una empresa transnacional. Él desempleado.
Él apenas terminó la educación primaria en escuela pública. Ella estudió un doctorado en una universidad extranjera.
Ella estrenando un Mercedes Benz del año. Él milagrosamente avanzando en su Vocho de 1985.
Él por la calle de la amargura. Ella por la calle de la soledad.
Ella distraída por su llamada por celular. Él absorto en los rayos de sol que se filtran por las nubes.
El choque era inevitable...


Había una vez... Una...

Había una vez... Una, porque dos sería una historia repetitiva.
Un rey. Uno, porque dos sería la guerra.
Quien estaba casado con una reina. Una, porque dos sería un drama.
Tenían una hija princesa. Una, porque dos sería un lío.
La que estaba enamorada de un caballero. Uno, porque dos sería telenovela.
Al que le pusieron la condición de matar a un dragón. Uno, porque dos sería labor titánica.
El héroe tuvo una idea. Una, porque dos sería mucho pedirle.
La de usar una espada mágica única. Una, porque dos ya no la harían única.
Con la que le quitó la vida al dragón. Una, porque el dragón no era gato.
Entonces se realizó la boda. Una, porque dos sería delito.
Y vivieron felices para siempre. Uno, porque dos siempre sería algo así como dos infinitos. (Aunque sí fueron felices los dos).
FIN. Uno, porque dos finales sería cerrar el final abierto.


Noticia de última hora

Apocalipsis Now.


Página web: Abrapalabra mágica

Abril Albarrán

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Abril Albarrán nació en la Ciudad de México en 1987, pero se crió en Cd. Nezahualcóyotl. A los 11 años comienza a vincularse con el arte, siendo la pintura al óleo la primera relación. Actualmente estudia la carrera de Creación Literaria en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM). Trabajó en el proyecto universitario Ecos de la imagen (libro interactivo de videopoesía). Algunos de sus poemas han sido publicados en el Periódico Echando Lápiz (Colombia), en la antología del taller literario de Hugo Hiriart: Cada Chango a su Mecate, en la revista literaria El Perro (México), en la antología One Hundred Poets Plus (Inglaterra) y en la antología Las Voces de las Mariposas del XIX Encuentro de Mujeres Poetas en el País de las Nubes.



Chat

Antes de ir a la ducha de media noche, me sentaré sobre las boronas de luz que dejan las estrellas, esos faroles cósmicos alimentan los paneles de mi imaginación. Escribiré sobre la hoja color manila en mi libreta. Me aterra el papiro electrónico con esa decencia blancuzca que irrita el iris y no me permite disfrutar de la sincronía gráfica que se suscitará. El marcador y las alertas de tus mensajes me estresan porque me ándalean, hacen perder el ritmo para insertar las letras. ¡Peor!, si al final, el esfuerzo en el display de este trauma haga corto circuito, digo, por una alerta de virus. Mejor, sigo mi camino a la regadera, de todas formas ya te has desconectado.


Insomnio

El espejo trazó una silueta que deambulaba en su reflejo. Destellos azulados a través del pasillo. El sueño fue la salida de emergencia.


En el escritorio

Un ramo de orquídeas putrefactas aromatiza el cuarto. Asomas la cabeza por la ventana para arrojar un suspiro. Pero te asombra encontrarte en la vereda siendo asesinado por la apatía.


Aislamiento

La sensación de humedad en mi cuerpo me despierta de un sueño profundo que desde hace horas trato de concebir. Giro a mi derecha, doblo un poco mi dorso para alcanzar a ver el reloj que está sobre el escritorio. Todavía es temprano. Entonces decido quedarme otros treinta minutos para seguir saboreando lo tibio de las sábanas. Me acomodo nuevamente. Arreglo las sábanas, el edredón, la almohada; mientras la sensación de humedad me arrulla. Ahora me despierta el eco de un estruendo. Percibo que alguien está saliendo de la casa. Abro los ojos por segunda ocasión. Trato de enfocar la mirada en el reloj pero por más que parpadeo veo borroso. Tallo mis ojos, no da resultado. Decido levantarme de la cama, pero mi energía sólo me da para sentarme sobre ella. Fijo la vista en las cortinas que son bañadas por los rayos del sol. Bajo la mirada para tratar de ponerme las pantuflas. Mi aleta es muy resbalosa y grande, no cabe en ellas. Gana la desesperación. Nado hacia el pasillo.


De un pensamiento —patético—

Escurrió una palabra como un sueño. Al estrellarse con el suelo, implantó una resonancia e inmediatamente paralizó todo a su alrededor. Lo mantuvo así por un lapso eterno. Y por cada vibración obtuvo un fragmento de mis emociones, revelando una imagen del reflejo que teme mostrar mi pasión oculta. ¿Qué pasará cuando el espejo no me reconozca?



David Chávez

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David Chávez (Colima, México, 1981). Es doctor en Literatura Latinoamericana por la Universidad de Concepción, Chile. Ha publicado Zapping (cuento, 2011) y es coautor de Historias de Las Historias. Antología de minificción (Ediciones del Ermitaño, 2011), Silencio Habit(u)ado, Figuración de instantes, Son de marzo y Objeto directo (editados por la Universidad de Guanajuato/ANUIES), así como de Cola de cuija (SOGEM, 2003).

            Ha publicado en las revistas El Subterráneo(Morelia), El Universo del Búho (DF), Barca de Palabras (Zacatecas), Fix100 (Perú) y Litterae Internacional (Chile), en los suplementos AltaMar, Cartapacios, Andante, Ágora, Zafra (Colima), Acento(Morelia), Rodeo de Palabras (Sonora) y La Jornada Semanal (DF).

            También ha sido becario del Fondo Estatal para la Cultura y las Artes (FECA) Colima 2010 en Creación literaria: Cuento. Le gusta escuchar música mientras escribe, asolearse mientras camina por las calles y cocinar mientras platica. 



Precaución

Disculpe la modestia: hombre trabajando...


Raíz

Raíz:Órgano matemático de las plantas que se ha de multiplicar por sí misma una o más veces para obtener un número determinado. // Cada uno de los valores que puede tener la incógnita de una ecuación ejecutada en una rama. // Parte de las plantas y los árboles que crece como un conjunto de fonemas mínimo e irreductible que comparten las palabras de una misma familia: follar, follase, follaje.


La primera vez que conocí el mar…

Ese día caminaba presuroso de la mano de mi madre, sorteando charcos nauseabundos y cabezas de pescado, como si me moviera entre una gigantesca sopa podrida. “Los tiraron mar rieles tren comadre llore no más sabemos”, escuché que la vieja le decía a mi madre. Ajeno a todo, solté su mano y corrí hasta llegar al muelle. Imaginé entonces a mi padre trabajando en el fondo del mar, junto con otros hombres, construyendo un camino para que el ferrocarril submarino hiciera más fácil mover los sacos de mariscos que los pescadores amontonaban abajo, en el embarcadero. La brisa marina comenzaba a mojarme la cara y el viento latigueaba. Estaba seguro que había sido mi padre quien enviaba esa comida. Pero ya no quería comer más mariscos.


2014 árboles había en ese bosque

Dicen que antes, cuando alguien quería guardar un secreto, buscaba un árbol en una montaña. Cuando lo encontraba tallaba un hueco y confesaba en él lo que no quería que se supiera. Luego sellaba el hueco con barro. Así nadie nunca sabía lo que había ocultado en él. Sin embargo, después de hacer lo anterior, aquel que había guardado su secreto regresaba a casa sin mirar atrás. Nunca nadie veía cómo los pájaros Tdzum, que anidan en los árboles haciendo un hueco y sellándolo con barro, confundían el escondite del secreto con sus nidos. Nadie sabía, tampoco, que entre las plumas de los pájaros Tdzum, con las que se elaboraban los almohadones de plumas, habitan diminutos seres que llegan a crecer como bichos gigantes y horrorosos que se alimentan de sangre mientras susurran al oído de su víctima secretos de antaño, crímenes, robos, asesinatos, bajas pasiones y amores ocultos que ocasionan a quien los escucha indescriptibles angustias mientras va consumiéndose poco a poco, hasta que muere.


Escenas I

Como si hubieran salido de un poema de Girondo se contemplan, se desgarran, se muerden, se miran, se gustan, se desean, se besan, se respiran, se olfatean, se apetecen, se chupan, se babean, se enlazan, se entregan, se penetran, se acoplan, se menean, se acometen, se entrechocan, se apresan, se retuercen, se estremecen, se estiran. Luego él se fue, moviendo la cola, como diciéndole adiós.


Página web: texticulario
Contacto: davechavez@gmail.com

Queta Navagómez

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Nací en Bellavista, Nayarit, México. Soy licenciada en Educación Física, además, fui atleta de alto rendimiento y tuve la oportunidad de representar a México en competencias internacionales, tuve por algún tiempo los records nacional y mexicano en carreras de 800 y1500 metros.

Desde 1990 empecé a escribir cuentos, luego asistí a talleres literarios donde tuve la suerte de tener como maestros a Guillermo Samperio y Edmundo Valadés. En poesía empecé a formarme con Enriqueta Ochoa, Jorge de la Luz y Antonio del Toro. Continué en talleres literarios porque considero imprescindible la relación escritor-lector. Graciela Serna, Ricardo Bernal y Alberto Chimal fueron mis nuevos maestros y de ellos aprendí la disciplina para escribir. En poesía me integré al taller del maestro Óscar Wong.

En 1995, obtuve el primer lugar del II Certamen Literario de la Revista Marie Claire, que significó un viaje a París del que regresé motivada para seguir escribiendo. También gané el Premio Nacional de Cuento “Álica de Nayarit” 1995 y después el Premio Nacional Bienal de Poesía “Alí Chumacero” 2003-2004, además de otros premios literarios.

En 2005 concluí el Diplomado en Creación Literaria, en la Escuela de Escritores, de la Sociedad General de Escritores de México (SOGEM) donde excelentes maestros se encargaron de abrir mis horizontes creativos.

El cuento es un género que me apasiona, ya que me permite crear momentos significativos para mis personajes y es en el que mejor me desenvuelvo. Leo mucha poesía, exploro nuevas formas de expresión y sé que algún día voy a consolidarme como poeta. Me mueve mucho la gente y sus situaciones aunque también exploro en lo fantástico.

Duré cerca de diez años leyendo y recabando información sobre huicholes, luego conviví un poco con ellos y de esa experiencia surgieron un libro de cuentos, una novela y un poemario en que trato sobre la magia de sus ritos y mitos que han sobrevivido casi puros hasta nuestros días[1].

He publicado libros de cuento, poesía, novela histórica. Entre mis trabajos de minificción destacan: ganar el concurso de Cuento Brevísimo de El Cuento Revista de imaginación del No. 110-111 y  No. 114-115; ser parte de la Antología de Cien cuentos brevísimos de Latinoamérica, y publicar los libros Aquí no ha terminado, cuentos brevísimos, Editorial La tinta de Alcatraz, Toluca, Estado de México 1993 y Hadas ebrias, cuentos mínimos, Editorial UNAM, FES Zaragoza, México 2006.


Del trópico

Era un sapo de tonalidades castañas, blando cuerpo y sangre fresca, acostumbrado a las alfombras de helecho y musgo. Incansable buscador de sombra, al que le daba lo mismo dormitar entre la humedad de las cortezas o enterrado en el lodo del pantano. Amante de las zambullidas en arroyos y charcos. Barro saltarín que jugaba a quedarse quieto entre las cañas, cuando el aire de la tarde hacía silbar los carrizales. Anfibio satisfecho de croar mientras las estrellas se desleían sobre el espejo del remanso. Batracio despreocupado y feliz… hasta que una bruja lo convirtió en príncipe.


Mala suerte

Resuelto a poner en marcha su plan, el gato dijo parando las orejas:
      —Amo, procúrate un par de botas, un saco y un sombrero con plumas. Haré a tu nombre regalos al rey. Luego, veré que el ogro se convierta en ratón y me lo comeré para que su palacio sea tuyo. Te haré pasar por el Marqués de Carabás y de esa forma te casarás con la princesa. ¡Alégrate, vamos a ser ricos!
     El hijo del molinero, acostumbrado a las malas rachas, apenas pudo sorprenderse de que su mascota hablara.
      —Dame pronto lo que te pido —insistió el gato.
      Pero el hijo del molinero en lugar de botas usaba huaraches, y el gato consideró ridículo pasar a la historia como El gato con huaraches y se quedó junto a su amo, lamentándose de tan mala suerte.


Cuestión de tonos

El lobo —conocedor de atajos— alcanzó a Caperucita Blanca a la mitad del bosque. Cargó solícito la canasta mientras la acompañaba por esas soledades. Pero, afanado en limar la desconfianza, inició unos relatos que fueron subiendo de tono, hasta que a la pobre Caperucita Blanca no le quedó otra alternativa que ponerse roja, roja… roja.


Compañero de cuarto

Venía todas las noches a las once, entraba fatigado y transparente seguido de gemidos y cadenas, para colocarse en una esquina de mi cuarto mientras miraba fijo hacia mi cama. Su insistencia me conmovió: venciendo mi temor, me acerqué, lo tomé del brazo y con gesto diligente lo acosté en mi cama, cobijándolo.
      Durante el mes que durmió a sus anchas mejoró muchísimo, mientras yo, resignada, pasaba fríos en el sofá.
      Desde que le hablé del pago compartido en la renta del departamento, no lo he vuelto a ver.


Crónica del 2080

Dio cuerda a diminutos murciélagos que revolotearon en la reducida cocina de su departamento en condominio, y los contempló arrobada. Cuando los animalillos cayeron al suelo, despertó del sueño. Introdujo la poción mágica en el horno de microondas, aventó al sofá su negro gato de peluche mientras maldecía el reglamento que prohibía los animales domésticos, se colocó la máscara antigases, y en su flamante aspiradora salió a dar su acostumbrado paseo por la ciudad, en esa hermosa noche de luna llena.


http://www.quetanavagomez.com/acercadm.html

Jesús Humberto Olague Alcalá

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Jesús Humberto Olague Alcalá. Zacatecano, nacido en México, D.F. el 31 de diciembre de 1968 y radicado en Zacatecas, Zac. desde mediados del año de 1971. Ingeniero en Sistemas Computacionales, profesión que ha ejercido por más de veinte años de forma ininterrumpida. Comenzó a escribir desde temprana edad, práctica que abandonó durante más de dos décadas; recientemente ha sentido la necesidad de retomar la escritura. Ha colaborado como columnista invitado sobre temas diversos en El Diario NTR, periódico de circulación local; algunos de sus relatos han sido incluidos en la Primera Antología Triple C y El libro de los seres no imaginarios (Minibichario); coordina la revista virtual literaria El descensor, y mantiene varios blogs, entre ellos Lo que es no tener que hacer, Digo, yo nada más digo y Espacio Zacatecano.
Consecuencia
Nunca pensó que podría, por una aventura sin importancia, perder la cabeza de esa forma, hasta que desde la mesa de la cocina, vio su cuerpo desnudo tirado en el salón.
Fuego eterno
Me veo al espejo que tengo frente a mí y apenas reconozco esta figura triste, enclenque, descamisada. ¡No hay más qué hacer! Tomo el arma y me la llevo a la boca lentamente. Disparo. En el espejo a mis espaldas, gotas de sangre de un rojo intenso salpican por encima de mi nuca y se convierten en lágrimas de fuego. La escena se repite una y otra vez en estos espejos paralelos mientras, sentado en el sofá, Satanás abre un libro de Cortázar y sonríe.
Mar de celos
El lunes el mar despertó cansado de ir y venir sin recompensa, decidió no volver más; para el miércoles ya extrañaba los juegos de los niños y las piernas desnudas de las bañistas, pero su orgullo fue más fuerte; hoy le consumen los celos de los ríos y los lagos que han aprovechado bien su ausencia.
Vuelta de tuerca
¡Tú y tu estúpida costumbre de complicar las cosas! Todo sería más sencillo si tuvieras el cuello roscado...
Con agravantes
Premeditación:
Me marcho ―me dijo―, lo he pensado mucho los últimos días; no eres tú, soy yo, y ella, somos los dos...
Alevosía:
... y tuvo el descaro de decirlo después de hacerme el amor como hace muchos años no lo hacía, cuando todavía temblábamos los dos de cuerpo y alma.
Ventaja:
Nunca podría él haber imaginado que yo sabía de sus traiciones y esa noche habría de usar, de cualquier forma, el cuchillo que tenía bajo mi almohada.

Carmen Carrillo

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Carmen Carrillo (Monterrey, México, 27 de agosto de 1975). Admiradora del arte en todas sus expresiones, se interesó por la literatura y la pintura desde pequeña. Escribió sus primeros cuentos durante la adolescencia y a los 15 años comenzó a tomar clases de pintura, al tiempo que estudiaba la preparatoria. Fue en esa época cuando tuvo su primer encuentro con los cuentos de José Emilio Pacheco y Edmundo Valadés, que la hicieron interesarse de una manera más decidida en el mundo de las letras. En 1992 comenzó a estudiar Literatura en la Universidad Autónoma de Nuevo León, donde adquirió gusto por el análisis del drama, lo cual la llevó a escribirse en un taller de actuación impartido por el maestro Luigi Bazán, quien la animó a inscribirse en la escuela de teatro de la Facultad de Filosofía y Letras para cursar el diplomado en Arte Dramático, bajo la tutela de la reconocida maestra argentina Coral Aguirre.
Durante sus años en la universidad, ganó en dos ocasiones el Premio Unicornio en la categoría de Poesía y publicó algunos textos en revistas como La Flamma y Oficio.
Se ha desempeñado como docente en el área de Lengua y Literatura en escuelas privadas, además de trabajar como correctora de estilo y redactora free lance, oficio que alterna con su afición por la escritura de cuentos, poemas y microficciones. Colabora con el grupo Heliconia desde el año 2009. Recientemente terminó de escribir Sonata para caracoles, su primer guión para largometraje. Mientras espera que la llamada definitiva de la productora, trabaja en una novela de ficción histórica.

 

El almacén de la calle Garay

Nadie entiende por qué, si terminé los estudios y puedo emplearme como abogado, sigo trabajando en este almacén.
Si bien es cierto que fregar pisos implica pocas responsabilidades, en realidad es otra la razón que me detiene y está relacionada con lo que descubrí un día antes de presentar mi renuncia para iniciarme en un despacho de abogados.
         Ocurrió mientras enceraba las baldosas del pasillo y resbalé. Tendido bajo la escalera, la vi por primera vez.
Era una esfera tornasolada que parecía girar en el aire. En ella se mezclaba lo bello y lo terrible, había atardeceres y masacres, mujeres con cáncer, tulipanes. Desde ese día, vivo para mirarla. Ayer, por ejemplo, miré a un tal Carlos Argentino hablando con Borges sobre un Aleph y luego a Borges tumbado bajo una escalera, mirándome fijamente, desde el centro de una pequeña esfera tornasolada.

 
Prócer

Aquella mañana, Miguel Hidalgo y Costilla saludó al sol con su habitual semblante. No había nada particularmente distinto en esa ocasión, que ameritara un rostro más afable. Era un 15 de septiembre como cualquiera y la plaza estaba concurrida. Los transeúntes lo miraban al pasar ―siempre con respeto― y preguntándose la razón de su ceño permanentemente fruncido. Ignoro si hace ciento noventa y ocho años Don Miguel tendría motivos para lucir esa cara, pero hoy sí, porque las palomas —haciendo caso omiso de su naturaleza de prócer— han cagado en su pétrea cabeza.


Cliché

Aunque era indolente y medio arpía, su descripción no era otra que la de una beldad: piel de alabastro, cabellos de oro, ojos de esmeralda, labios de rubí, dientes de perla. Sin embargo, por alguna razón, cuando la raptaron y pidieron 20 millones de rescate, el marido prefirió no pagarlos.


Infinito

“Admito que he cometido muchos errores, pero el peor de todos fue inventar esa pendejada del infinito. Es como para ponerme a mí mismo una buena puteda”, pensaba Dios mientras se preguntaba para qué coño podría servirle la póliza de seguro que adquirió cuando terminó de construir el universo. Obviamente, en las letras chiquitas del contrato decía claramente: esta póliza sólo cubre daños por pérdida total”.
 

Conversaciones con Sabines II

―Canonicemos a las putas ―leyó el poeta frente al selecto auditorio conformado por diplomáticos, políticos y demás jerarcas de la burocracia.
―Para que nadie diga que nuestras madres no son unas santas ―murmuró el secretario de gobernación, guiñándole el ojo al señor presidente.


Todos los textos fueron tomados de la página Químicamente impuro.

 

Odeen Rocha

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Nacido en la ciudad de México en 1980, es Licenciado en Comunicación por la FES Acatlán, UNAM. Ha trabajado en el negocio del entretenimiento desde el inicio del siglo XXI y desde hace 5 años también se dedica a la escritura de cuentos y poemas breves.
         Ha participado en antologías de cuentos como Innombrable Fantasía y ¿Amor? bajo la coordinación de la escritora Sandra Becerril en Ediciones Shamra; Vamp Fest y Antología Mexicana del Zombie junto con Carlos Camaleón en El Under Ediciones. Además de estar incluido en antologías como Monstruo a Muchas Manos y Grageas 3, coordinadas por Sergio Gaut Vel Hartman para Ediciones Andrómeda, en Bs As Argentina.
         En octubre de 2010 coordinó la publicación independiente de su primera novela en la que es coautor: Alice in Limboland, en la que se presenta una adaptación moderna del cásico de Lewis Carroll ,donde la rubia Alice emprende una aventura luego de ver a un extraño conejo negro con pinta de Dj en su lujoso patio trasero…
         Actualmente se gana la vida entre películas, directores y hartos monstruos marinos.
         Escribe en su blog personal http://www.odeenrocha.com/ y participa en varios talleres de literatura y blogs de microficción junto con autores de Latinoamérica y España.
         Además es peludo.


Amor Relativo

Un día una novia me pidió tiempo y espacio. Quería trabajar, dijo, en ser una mujer con un físico impresionante. Tristemente, terminé por concederle lo que quería. Me dolió mucho perderla, sus curvas eran de lo más lindas y sus ojos, negros y muy profundos. Finalmente se fue y no supe más de ella. Desapareció sin dejar rastro.
         Años después, descubrí su fotografía en un viejo diario: la muy perra había vuelto al siglo XX para casarse con Einstein.

 
Seven

I
Cuando el diamante se posó en el zurco se escuchó la detonación. Su gesto se torció y lanzó un grito ahogado.

II
Ella miraba desde el rincón mordiendo delicadamente su labio inferior: por fin se había deshecho del bastardo.

III
La melodía, sobria y sensual, sonó solitaria, como cuidando celosamente el cuerpo sin vida. Un viento helado inundó la estancia…

IV
El aroma a pólvora escapó hacia el exterior mientras el brazo rebotaba fuera del disco produciendo un tronido. Silencio.

V
El pequeño nunca conocería a su padre, pero tampoco olvidaría esa tonada.

VI
Lo mató, pero no es una criminal.

VII
Por desgracia, sólo podía matarlo una vez.

 
Última expedición

Cuando el explorador llegó al fin de la Tierra descubrió para su sorpresa que el mundo no era sostenido por una gran tortuga, sino por un enorme, amarillo y sonriente patito de hule. Decidió no volver jamás a informar su hallazgo y se quedó a tomar un buen baño de tina.

 
Serie: Dinosaurios
 
-Bullying jurásico

En una dimensión alterna hay un pobre tiranosaurio adolescente al que sus amigotes molestan llamándole “El Manotas Rex".

-Educación brevísima

Cuando era pequeño, “Manotas Rex” asistía a la preparatoria “Monterroso”, en los valles inhóspitos de Pangea. Era tan listo que la acabó en breve.

-Escépticos

Entre los estudiantes de la Preparatoria Monterroso, los dinosaurios son discriminados cuando dicen que “no sólo del huevo viene el dinosaurio”.

-En el principio

Cuando el dinosaurio despertó, Monterroso se había quedado dormido.

-Público difícil

En la Preparatoria Monterroso no es fácil ser un escritor famoso; por ejemplo, “Manotas Rex” jamás ha recibido un aplauso en sus recitales.

-Encubrimiento capilar

Lo del meteorito fue un pretexto de la prensa jurásica, los Tiranosaurios menguaron por una epidemia pangénica de comezón por piojos prehistóricos.

-La microficción nunca existió

Cuando Monterroso despertó, el dinosaurio ya no estaba ahí. Había salido por cigarros. Nunca volvió.



J. Andrés Herrera

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J. Andrés Herrera escribe porque quiere. Nació en Cuernavaca, Morelos, en 1990. Estudia Lengua y Literaturas Hispánicas en la UNAM. Ha colaborado con poesía y cuento en algunas publicaciones impresas y digitales como Punto en línea, Habitantes de Moria, Estro, Hotel, La Piedra yRadiador Fanzine. Colabora habitualmente con la revista Tajo de Lima. Es escandaloso. Fuma reggae y baila maconha. Le gusta la cumbia futurista.

 
 
La lista

Antonio Arisca, gramático de profesión y vicio, famoso trotamundos, supo que pronto moriría. Leyó la última línea de las cosas que se propuso hacer antes de morir.
Me falta una acción en subjuntivo: que odie la gramática.
          Rio. Cerró el libro. Pensó en todos los paisajes perdidos año tras año por leer durante los viajes. Evocó con fuerza y sintió un odio incontrolable. Se puso rojo,
rojo,
rojo,
y fue cayendo en silencio, sorprendido, con la pluma sobre el papel, en un intento de tachar esa última línea.
 
...

Y así su cuerpo se vuelve una quemadura todo con las rodillas flexionadas a la altura de la cara.  Se suceden estelas llameantes. Siente la vibración del piso, suspendido en vértigo, flotando a 80 kilómetros por hora. Una roca incandescente su existencia penetrando el túnel oscuro como misil.
Abre los ojos y el pasillo se alarga infinitamente. Nada ocurre más que lo inmediato. Todo se repite en una segunda narración del mundo. Se reinventa este placer, esta sensación de, este placer, esta sensación de, este placer, esta sensación de incendio; y entre ambas rodillas mete la cabeza. Nada pasa en el silencio.
De pronto, como colibrí estampándose contra el concreto, una seca desconexión del vuelo. Un derrame a tropel. Diez mil hojas muertas cayendo al mismo tiempo.
Se estira. Alzando la cabeza, mira todo. Recorre el lugar. Lo siente revelarse en profundidad y superficie. Apoya la espalda casi recta. Aprieta el puño. En la palma quema la humedad. Un zumbido como hormigueo vibra en su piel, asciende hasta los oídos. El chirriar del movimiento, el romperse de las cosas. Lleva el puño a la nariz. Cierra los ojos. Inhala.


Ese baile

Inicias con tus voces. Una boca se abre y derrama pájaros sobre el suelo. Aquí sentado siento cómo todo final cabe en cualquier momento y de antes, nunca, siempre, después, de una cueva escapa niebla que invade un cuerpo; es tu mi su cuerpo, el cuerpo ése que andamos descubriendo. La llama que no se apagó después de la ceguera. Lo miramos. ¿Cómo chingados llegamos a esto?, pregunta un ave. Bailamos, sordos, sobre las plumas, en silencio.


La noche

En alguna calle de la ciudad, cerca de un charco, descansa un panfleto; apenas seco, poco legible, pero conserva las palabras suficientes para rescatar la idea de su existir.
En cierta casa de la gran urbe, una mujer prepara la cena. Sabe que su muchacho llegará en cualquier momento, después de un día cansado.
En una avenida enorme, un camión del transporte público se marcha luego de bajar algunos pasajeros. Un chico camina rumbo a casa. Las pequeñas gotas lo obligan a andar cabizbajo.
Mira un papel tirado y lee unas palabras decisivas. Ahora sabe lo que tiene que hacer. Camina deprisa. Al llegar a casa, saluda a su madre y se dirige a la habitación. Dentro de una caja de libros toma una escuadra .380. Sin meditarlo, lleva rápidamente el arma a su boca y dispara.
En algún eco de la humanidad, se ha silenciado un palpitar joven. Una mujer espera que su hijo baje a cenar, un panfleto se deshace con la lluvia; y la civilización inexorablemente avanza. Nadie descansa en la ciudad.


Afrodita

Hoy duermo entre sus piernas. Mi aposento son sus brazos. Ella sabe entregarse. Su desnudez me embelesa.
Despierto. Se marchó. Me tengo que ir. Yo solamente sé desear. Su madurez me envilece.
 
 
Inasible
 
Sentado, tembloroso, bóxerabajo. Metí el estuche a la bolsa derecha del pantalón. Todo iba dentro. No dejé que saliera el humo, pero seguramente escapó un poco de mi boca. Ansioso, esperé un rato para que se limpiara el aire.Luego de cruzar la puerta: un empujón abanicando para sofocar el olor. Camino al local, atravieso la habitación. La sala contempla a esa señora dormida. Paso lento. No se vaya a dar cuenta, pienso.Llego a la pantalla, jalo el banco. La internet. Gracias, Lo Supremo, por la Internet. Youtube, Coltrane, Blue train, diez minutos. Jazz.
Regresó el humo. Arde la canción.

 

Roberto Abad

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Roberto Abad (7 de junio de 1988, Cuernavaca, Morelos). Escritor y músico. Egresado de la licenciatura en Ciencias de la Educación por la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM, 2011). Ha tomado talleres de narrativa y poesía con escritores como Francisco Rebolledo y Alejandra Atala. Recibió el Premio CONAFEen 2011, el primer lugar estatal 2012 en el Concurso de Cuento del Diario de Morelos y también obtuvo el primer lugar Nacional en el Certamen Carta al Padre, organizado por la editorial Par de Tres. Ha publicado en medios impresos locales y nacionales; actualmente, colabora en la columna El cine nuestro de cada día, en el periódico Regional del Sur.



Primitivos

Al final de los tiempos, de todo el lenguaje sólo una vocal sobrevivió, y con ella bastó para contarse la historia del mundo.


El porvenir de las parejas

Dijimos "acepto" porque creímos que el futuro iba a ser alentador, y lo fue: nos divorciamos.



Naturaleza desafortunada

Aquella vez que intentó autosatisfacerse, sintió pena de su naturaleza. Pobre hombre manos de tijeras.


Los traumas del verdugo

Nadie se daba cuenta, pero debajo de la máscara había un hombre sensible que lloraba cada vez que una cabeza caía a sus pies.

 
Cine interesante

No era una película de zombis ni de lobos ni de vampiros, ni de ninguno de esos lugares comunes. Era de amor, y daba miedo.

 
Facebook: Roberto Abad

Efraim Blanco

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Nacido en Nueva Rosita, Coahuila, criado en Morelos. Es egresado del Diplomado en creación literaria de la Escuela de Escritores “Ricardo Garibay” del Estado de Morelos (ICM/SOGEM). Estudió Letras Hispánicas en el CIDHEM.
Ha publicado el libro de poemas  Imaginando sueños (Editorial ACD, 2000), y los libros de minificciones  Estos pequeños monstruos, Absurdos y Había una vez un blog. Ha publicado textos en periódicos estatales y nacionales, páginas de internet y revistas como Voz en Tinta, Atemporia, El Perro Andaluz, México Volitivo, ConVersa y La Piedra.
Primer lugar de Poesía en los Juegos Florales Cuernavaca 2010 Bicentenario con el poema “Los que amasan la tierra”.
Ganador del primer concurso de minificción por twitter de revista La Piedra.
Es el ganador del XI Concurso Nacional de Cuento “Juan José Arreola” con el libro Dios en un Volkswagen amarillo.
Tiene una columna literaria semanal titulada “En el ápice” en el diario el Regional de Morelos.
Incluido en la compilación internacional de poesía erótica Garage 69, publicada por la editorial Cascada de Palabras de México, D.F.
Incluido en la selección de 100 minificciones finalistas del concurso latinoamericano de Hipérbola.org (twitteratura: concurso de nuevas narrativas).
Se incluyen algunos de sus cuentos en la compilación best-seller de editorial Gandhi: El último libro del mundo.

 
 
La fe

El autor decide prenderle fuego a toda su obra por ser poca realista y se suicida. En el bosque encantado, un leñador huye de las llamas rezando al cielo por su salvación.


Del amor y otros fetiches

Se dedicó al encantamiento de letras y números ―casi siempre por encargo― durante toda su vida. Un romance furtivo con un guión largo tuvo una sorpresa inesperada.

―0―

Un hombre lee toda su vida de cabeza. Una mañana, harto de empezar siempre por el final de cada libro, decide leer de pie y llora con esos principios tan vacíos y desoladores, donde nadie muere.

―0―

Existe un mundo donde cada ser y cada cosa nacen con su nombre escrito en la espalda. Sólo puede ser leído por otros. Algunos mueren sin saber nunca quienes son. En ese mundo nadie sabe hablar.

―0―

Los libros más viejos se reúnen cada noche y toman entre sus manos a pequeños humanos empolvados. Soplan sobre ellos y luego los comienzan a leer antes de irse a dormir.



José Rubén Romero (1890-1952)

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José Rubén Romero
(Cotija de la Paz, 1890 - Ciudad de México, 1952)

Escritor y político mexicano que inscribió una parte de su obra en la línea costumbrista y la otra en la llamada Novela de la Revolución. Durante su juventud participó en el movimiento revolucionario. Más tarde fue comerciante, desempeñó cargos oficiales y trabajó en el servicio exterior mexicano. Fue cónsul general en Barcelona, ministro plenipotenciario en Brasil y embajador de México en Cuba.
          Su primer libro, Apuntes de un lugareño (1932), contiene recuerdos de infancia y juventud. Su debut en la novela fue Mi caballo, mi perro y mi rifle (1936), que muestra su desencanto por los resultados del conflicto armado. Su libro más famoso es La vida inútil de Pito Pérez (1938), obra inspirada en la picaresca española que mezcla humor y melodrama. En Rosenda (1946), su estilo sencillo y directo se llena de poesía para recrear el ambiente provinciano de su tierra natal.


 
¡Ai vienen!... gritóme don Jesús, el carnicero, cerrando estrepitosamente su puerta.
          ¡Ai vienen!... díjome Isidro, La burra, que pasó corriendo cerca de mí, con la tabla de las tortas en la cabeza.
        ¡Ai vienen!...ululaba Cipriano el cojo, corriendo con las muletas en el aire, completamente ajeno a su renguera.
         ¡Ai vienen!...exclamaba desatentado Farfán, el arriero, encajando en las nalgas a sus burros, media aguja de arria para hacerlos andar más de prisa; él de por sí, tan cuidadoso de su hatajo.
        Miré a lo alto de La Mesa y una flojedad angustiosa invadió mis miembros. ¡Doscientos, trescientos, qué sé yo cuántos jinetes coronaban el cerro, despeñándose por todas las veredas y por todos los pasos, lo mismo que un alud de reses bravas!
         Un toque de clarín clavóse, como una espuela, en los ijares del viento, y un horrible alarido de muerte bajó rebotando de tejado en tejado.
         Mi voluntad me dijo entonces: ten valor, ten entereza; pero mis pies se hicieron los desentendidos y, cual si tuviese alas de Mercurio, echaron a correr vergonzosamente…
(Desbandada, 1934)

 
—“Los médicos recetan cosas raras —decía—, sobre todo si no tienen un tanto por ciento en nuestras boticas, pero con la farmacopea nos ayuda a defendernos de sus artimañas, acaso en beneficio de la humanidad puesto que, simplificando las medicinas, matamos menor número de personas. Aquí donde me ves, yo he ahorrado muchas vidas y algún dinerillo para mi regalo, haciendo pócimas de simple jarabe y píldoras de inofensivo almidón. Aprende, Jesús, sigue honradamente mi ejemplo y gozarás de una conciencia tranquila y de una bolsa satisfecha”.
(La vida inútil de Pito Pérez, 1938)

 
—¡Mamá, muchachos, mi papá se ha caído! —gritó con angustia una de mis hijas.
        Acudieron todos; pero yo ya estaba muerto. Sin embargo, oía, veía, pensaba… Oía las voces como si me llegaran a través de un micrófono; veía las imágenes como si estuvieran sumergidas y temblaran dentro del agua; pensaba pero mis pensamientos parecían, por precisos, frases hechas dentro de mi cerebro.
        Creí descender por un túnel estrecho, asomarme a una playa solitaria, hundirme en el azul opaco de un mar sin fondo, con la angustia del náufrago que no sabe nadar.
        Temeroso, vacilante, mi espíritu retrocedió hasta acomodarse de nuevo en mi cuerpo, como un humilde can que regresa a la casa del amo, después de corretear indecorosamente por las calles.
        Mi cuerpo se hacía de plomo en los brazos de mis hijos, cuyas voces distinguía con perfecta claridad:
        —Un médico, ¡pronto!
        —Busquen el agua de Colonia.
        —Es una congestión.
        Las criadas subían y bajaban la escalera en un ir y venir inútil: María sosteniendo el cacharro lleno de agua caliente, para la irrigación de todos los días; Aurelia, con los ojos muy abiertos y apretando una cuchara en la diestra, con la misma majestad con que una reina empuña su cetro.
         —Hay que tenderlo en su cama.
         —Conviene darle un baño de pies, o hacerle la respiración artificial.
         Yo lo escuchaba todo, aceptando lo razonable y rechazando aquello que me parecía absurdo.
         Sin embargo, estaba ya bien muerto.
(Anticipación a la muerte, 1939)





Yunuén Rodríguez

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Yunuén nació y se crió en Celaya, Guanajuato. Ahí participó en el taller de cuento dirigido por Guillermo Samperio. A los veinte años se mudó a Jalisco y egresó de la Universidad de Guadalajara como Ingeniero en Recursos Naturales. Tomó un larguísimo atajo hacia el ensayo científico, y hasta la edad de 25 retomó el rumbo de la ficción. En 2011 conoció lo que llaman la escritura breve, y ese mismo año su cuento corto, Alma, apareció en la antología Los Ojos de la Virgen, y su microrrelato, Caníbal, en el libro Al Este del Arcoíris, ambas publicaciones de Latin Heritage Foundation. Colabora en la sección literaria del periódico Expresión y en la revista literaria Lauda, que son de circulación regional en Jalisco, y participa en el blog El Microrrelatista.
Es parte del taller de periodismo narrativo dirigido por Juan Pablo Meneses. La crónica, tal como la describe García Márquez: un cuento que es verdad, podría ser su nuevo amor.

 

Plenitud

A medio puente peatonal me paro a ver los autos fluir para allá y para acá, como peces locos en el río de las tres pm. Fu-mo-mi-mo-ta. Xóchitl pone la cara entre dos barrotes, empuñándolos. Imita un chango: ¡Uh uh uh a! Y se mea de la risa. Le hago un bailecito mono y en tres brazadas ya estoy mirando el horizonte desde el techo del puente. Me sigue porque ella siempre lo puede todo. Tiene miedo de caerse y mientras le ayudo a subir le meto mano bajo la blusa. Hacemos el amor de pie, totalmente desnudos. Atardece. Nunca fui ni seré más libre que ahora. ¡Feliz plenitud! Salto.


Valiente

Salió a la pista del circo montado en un corcel, y me pareció el apache más valiente y fiero que había deseado en mis quince años de vida. Cada acrobacia mortal a todo galope me excitaba más. Al final de la función me escabullí para buscarlo tras la carpa. Lo vi recargado en los corrales; aún estaba caracterizado con la cara pintada, el torso desnudo, la pluma en el cabello y los pantalones de piel. Me le acerqué sigilosamente y lo sorprendí con un halago a su valor. Se enderezó en su sitio y me dedicó una risita nerviosa apretando las manos al corral. Di la vuelta y me fui.


Rumbo-frío-conviene

Hay tristeza de perro callejero añorando una caricia, un platón de leche tibia y una palabra amistosa. Tristeza de campeonato mundial en la banca de los derrotados, que no por ser vana deja de ser sincera. Tristeza de rostro migrante en la ventanilla. Tristeza de tres días nublados. Mi tristeza de hoy es por estar de pie en una vida sin rumbo, sin saber dónde quiero estar haciendo qué ni cómo lograrlo, refugiarme contigo y recibir un beso frío de mirada perdida en las mismas dudas, para entonces preguntarme si nos conviene ser almas gemelas.


Lamentable pérdida

Entró a la capilla funeraria directo hacia el ataúd, sin protocolos ni discreción. El sonido presuroso de sus tacones contrastó con los sollozos amainados. Usaba deliberadamente el vestido rojo entallado y corto, con una torera de encaje negro sobre los hombros desnudos. Sintió las miradas de los deudos, fiada en que nadie la reconocía, a excepción de ella... por alguna foto quizás. Tomó un respiro profundo ante los cuatro escalones, oprimiendo una rosa blanca entre sus senos. Cerró los ojos. "Tú mueres y yo descanso en paz, querido". Subió elegantemente y se inclinó a mirarlo por última vez. ¡No era él! ¿Su hermano, o alguno de sus primos? Giró conmocionada buscando entre los rostros juiciosos. Entonces lo reconoció de pie a la izquierda, abrando a una muchacha en muletas y collarín. Él la miraba con un gesto ofuscado. ¡Qué atractivo le parecía cuando estaba molesto!


Dos muchachas

Aquí llega otra vez: alta, robusta y encorvada. Probablemente somos las dos de la misma edad. Viene ocasionalmente a la tienda de mi tía a dejarle prendas bordadas en listón para que las venda; platica un rato y se va. Mi tía, por costumbre me presenta con sus conocidos, pero a ella la deja irse. ¿Por qué? No me lo había preguntado.
―Pobrecita, entiende todo, es igual que cualquier persona. El otro día me dijo: "Yo no soy así de nacimiento, ¡yo era normal! Pero me dio viruela cuando tenía ocho años y así quedé. ¡La gente me trata como si fuera una loca de la calle!", y casi llora.
La sigo con la mirada, al cruzar la calle gira levemente y le dedico una mueca intento de sonrisa. La verdad no sé si pudo verme con ese ojo protuberante que se aleja demasiado de la nariz, allá hacia la sien, como recordando.

Contacto: ladina.latina@gmail.com
Sitio web: Guadaña impía
 

Manuel Lino

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Ciudad de México, 1965, cuentista y periodista. Estudió las carreras de Biología, en la UNAM, y Música y Guitarra Clásica, en el CIEM. En 2002 gana el XXXI Concurso Latinoamericano de Cuento Edmundo Valadés; ha obtenido también el Nacional Ciudad Ecatepec con el libro Números para contar. Desde 1989 es colaborador del periódico el conomista.
 
 
 
No tan breve reflexión

Después de mucho leer y meditar, he llegado a la conclusión de que no hay peor necio que quien se cree capaz de encerrar mucha sabiduría en una sola frase. En dos ya es otra cosa.

 
Descorazonado

Tratar de escribir con el corazón en la mano puede dificultar el empleo del teclado, la estilográfica, el bolígrafo e incluso el lápiz. Y no estoy seguro que el esfuerzo merezca la pena.

 
Dicho

En casa del herrero, oídos sordos. Ah, pero eso sí, a palabras necias, azadón de palo.

 
Consejo

Tú síguele la corriente y despiértate temprano, le recomendaron al camarón somnoliento. Pero él soñó que era un salmón y jamás quiso despertar.


Traición

Mi memoria me engaña contigo.

 
Contacto: mlino@eleconomista.com.mx
 

Daniel Zetina

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Daniel Zetina nació en 1979, ha vivido en la Ciudad de México, Cuautitlán Izcalli, Cuernavaca, Toluca, Chiapas y Querétaro. Ha trabajado como tianguista, músico callejero y librero de viejo, entre otros oficios. Autor en poesía de Continuación de las causasy en cuento El colchón. Cuentos de la cotidianidad (2009, 2011) y Mentiras piadosas (en prensa).
 
 
 
Fratricidio

Abel mató a Caín con la quijada de un burro. Antes de asestarle el último golpe, Caín le dijo a Abel que pasaría a la historia como un asesino, mientras que él sería recordado como un mártir de Dios. Por eso asestó el mortal quijadazo con mucha más furia. Al terminar, Abel se sentó al lado de Caín y meditó profundamente. No era un hombre inteligente ni audaz. Era un bruto y las palabras de su víctima lo habían lastimado.

Por eso, cuando las autoridades los descubrieron, confesó su crimen. Narró todo con exactitud y contó de su cólera, pero ante el juez dijo “Mi nombres es Caín y soy el asesino de mi hermano Abel, que es un mártir de Dios”.

 
El fin del mundo
 
Para Ariel Alejo
 
Una madrugada, el viejo Orson Welles se despertó para contestar el teléfono. Llevó el auricular a su oreja. Era la policía local. En tono de alarma le informaron que debía desalojar el área. El motivo: una extraña bestia metálica, al parecer extraterrestre, azoraba la región. En pocos minutos llegaría a su vecindario. Aún no había refugios, pero le recomendaban correr hacia el oeste. También le aconsejaron que llamara a sus familiares y propagara la noticia.
            El gran Orson colgó. Regresó a su recámara al fondo de la casa y durmió. Creyó escuchar algo de ruido afuera, que atribuyó a vecinos trasnochadores o a alguna trifulca.
            Al despertar, salió en bata a buscar el diario. Encontró la ciudad destruida: casas maltrechas, perros muertos, autos despedazados, incendios. En lugar del diario, levantó un zapato roto. Llevó la vista al cielo nublado y extendió las manos en oración. En su interior, sentía que alguien se reía de él.

 
El tabaco
 
Luis leyó los últimos reportes sobre los males que causa el cigarro. Entonces, a sus treinta años, decidió dejar el hábito. Siempre había acostumbrado los cigarros sin filtro. Como estaba en la crisis de la tercera década, quiso ser original y le comunicó su estrategia a la mayoría de sus amigos, quienes lo acusaron de pretencioso.
Su método consistió no en dejar de comprar cigarros de momento, sino en comerse uno por uno los veinte cigarros de cada caja. Así lo hizo durante tres meses.
Cierto, no se fumó ni uno solo, pero masticó cientos de ellos.
Demasiado tiempo para dejar el vicio, más bien parecía un pretexto para cambiarlo por otro.
Tres meses fueron suficientes para que Luis desarrollara cáncer de estómago. Ahora vive internado en un sanatorio. Sus amigos lo visitan con frecuencia y le llevan yogurt y papaya picada.
 
 
Democracia
 
Después de un acto plenario que duró ochenta y siete horas y veintitrés minutos, el Parlamento y el Presidente decidieron disolver al pueblo; luego convocaron a elecciones en busca de uno nuevo.
 
 
Sádico
 
Para Marina Ruiz
 
Un admirador del poeta y editor Ulises Carrión, pretendió superar a su ídolo. Anunció la publicación de solo dos ejemplares de su más reciente libro de poesía. Al acto llegó con mangas largas, a pesar de ser primavera y de estar en una terraza algo calurosa. Luego se explicó: los únicos dos libros —que en ese momento sacó de su mochila—, habían sido encuadernados con la piel de sus brazos.
 
Contacto: edicioneszetina@yahoo.com
 
 

Edith Esquivel Eguiguren

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Edith Esquivel Eguiguren. Asiste a talleres de creación literaria desde el año 2000. Cuenta entre sus profesores a Diana Amador, Luis Francisco Acosta,  Citlali Ferrer y Francisco Rebolledo. Creadora de la plaqueta cultural Tecolote del Instituto Tecnológico de Zacatepec, ha publicado textos breves en distintas revistas como 5 Sentidos, Mitote, La Piedra y El perro azul. También ha participado en los libros antológicos Las ocho lenguas de Medusa, de Ediciones La Cartonera,  La calle: domicilio conocido de Ediciones Clandestino y Veinte cuentos para leer en…, de EdicioneZetina. Fue beneficiaria del programa de estímulo a la creación y al desarrollo artístico (PECDA) Morelos 2011 con el proyecto: Alicia en el ombligo de la Luna. Cuentos de té, tacos y el sombrerero loco.



Oda a mi celular

Celular, te amo. Tu tamaño es inversamente proporcional al de mi felicidad.
Me acompañas, hablas con la voz de los amigos más queridos, destilas la sabiduría de mis padres y abuelos.
Cuando me marcan, brillas como una ciudad de noche, vibrando con el ritmo de miles de canciones de moda.
Tienes todas tus teclas en su lugar, suaves y firmes a la vez. Me envías mensajes cariñosos que me reaniman y fortalecen.
Das la hora y la fecha, avisas de eventos importantes y citas impostergables. Eres mi guía en este mundo confuso.
Cuando sin querer te golpeo, no guardas rencor. Eso sí, eres demandante al pedir que te conecten al enchufe… ¿pero quién no se pone de malas con hambre? Al alimentarte regresas a la vida y yo contigo.
Celular, nunca olvidaré las horas interminables que jugamos, las emociones a tu lado, nuestras fotos de viajes, y las canciones que cantamos.
Estaremos juntos siempre, siempre, hasta que me llegue la promoción anual de mi plan y te cambie por otro, pero aparte de eso, siempre.


¿Se siente solo?

No espere más. La terrible soledad en las ciudades ha provocado depresión y suicidios masivos. Afortunadamente, un grupo de científicos de la Universidad de Massachussets  ha desarrollado un nuevo sistema anti-soledad que, por ser lo último en tecnología, ha vuelto obsoletos los ya existentes en el mercado.
¿Qué es? Un novedoso invento que próximamente estará a la venta: SOLITUDE KILLER. Es muy sencillo de usar: solo debe encender el equipo, adoptar una posición cómoda y cerrar los ojos. Inmediatamente sentirá una cálida presencia acompañándole. ¡Así de sencillo! Los resultados pueden variar de persona a persona, pero lo importante es que tan pronto encienda el SOLITUDE KILLER, su soledad sufrirá náusea, mareo, convulsiones lentas y sus patitas se colapsarán de repente, haciéndola caer de bruces. Morirá después de algunos minutos. Deshacerse de la soledad será tan fácil como tirarla al retrete. (La soledad es biodegradable y se disuelve en agua sin problemas).
El efecto del SOLITUDE KILLER no es permanente. Una vez apagado el aparato, una soledad igual o mayor a la anterior se instalará en su casa en un plazo no mayor a cinco días. El SOLITUDE KILLER  incluye baterías y seis meses de garantía. No se use en exteriores.


Tome su turno

Dios no me ha abandonado: me tiene en lista de espera.


Un calcetín

Los científicos concluyeron que el planeta es, en realidad, un par de calcetines, que DIOS se pone, lava, guarda y se vuelve a poner. Por eso suceden los ciclos de noche y día, los terremotos, tsunamis, inundaciones y tempestades. Y por eso apesta.


Sexo como deporte

El sexo es el único deporte donde se pierde si se anotan puntos a solo minutos de comenzado el partido.


Contacto: medithi@yahoo.com


Miguel Ángel Avilés

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Miguel Ángel Avilés nació en Guadalajara, Jalisco el 21 de marzo de 1981. Egresado de la licenciatura en Letras Hispánicas por la Universidad de Guadalajara. También ha realizado estudios cinematográficos y de diseño gráfico. Periodista, editor, gestor cultural, poeta, ensayista e investigador. Ha pertenecido a los talleres de poesía Xavier Villaurrutia de Luis Armenta Malpica, Anti-taller de poesía César Vallejo con Raúl Bañuelos y Taller de poesía Maples Arce con Mauricio Ramírez. Ha publicado en las revistas Papalotzi, Prisma Volante, La Rueda, Los Solos, Revista Morbo entre otras así como en Jóvenes su periódico y en Milenio Diario Jalisco. Es fanático de Krafwertk, ve el futbol según Jorge Valdano y tiene espíritu hacker.



El fin

El hombre podía predecir el futuro solo cinco minutos antes que sucedieran y la gente se reía de él.
El día que el mundo se acabó, la gente no paró de reírse.


Paradoja

Se enteró de la muerte de su marido cuando leyó el diario del cual él era voceador.


Literatura

Mi percepción de la realidad, la ficción y la literatura cambió cuando, en la librería un joven llegó y me pidió el libro 100 años en el laberinto de la soledad.


Teoría Literaria

Una página en blanco en un libro no es un error de imprenta cuando se encuentra en un volumen sobre teoría de la recepción.

***

La mató por órdenes de su dealer. No le importó que fuera su novia ni que fuera 14 de febrero.

***

La historia pudo haber terminado bien de no haber sido porque la escribió con su propia sangre.

***

Aquel escritor que buscaba ligar, terminó con tortícolis ya que en vez de ver el trasero de las muchachas, veía el libro que algunas traían bajo el brazo.

***

El libro más leído de la temporada fue Los Detectives Salvajes
En una entrevista, un joven le preguntó a Roberto Gómez Bolaños sobre su odio a Octavio Paz.

***

La nariz de payaso es la máscara más que pequeña que uno puede utilizar.

***

No quería saber de ella. Me fastidiaba. Después de marcarme 73 veces, contesté. La escucho. Me dice: "Pensé que querías hablar conmigo".

***

Se avienta ante la llegada del tren y su cuerpo se convierte en un durmiente más.


Pueblo fantasma

El sonido del tren retumbaba en el pueblo en el que no había estación,
casas y mucho menos tren.

literaturalibre.com
miguelaviles.wordpress.com
twitter: @avilesmgl

David Baizabal (2)

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La minificción, un encuentro entre la literatura contemporánea y la literatura clásica
(Ponencia presentada en el IV Coloquio de la Asociación Mexicana de Estudios Clásicos, 2012)


Cada siglo, época o movimiento literario tiene su género predilecto; sabemos, por ejemplo, que en el siglo XIX tuvo una gran importancia la novela, que el cuento no tuvo mayor atención sino hasta después del mismo siglo o por lo menos no durante el siglo XVIII donde lo imperante era algo muy distinto: la filosofía, la fábula neoclásica, la razón. El siglo XX ha sido el abrevadero de múltiples vanguardias artísticas y corrientes literarias, y sucede lo mismo: si pensamos en el realismo mágico inmediatamente nos remitimos a la narrativa de García Márquez —plasmada icónicamente en Cien años de soledad y de forma abundante en sus cuentos— y no sale a la luz ningún poeta contemporáneo suyo; si vamos de regreso al creacionismo evocamos enseguida la poesía de Huidobro.
Pero qué hay del siglo XXI, ¿hay una corriente literaria predominante en estos albores del tercer milenio?, ¿ejerce el cuento una primacía sobre la novela o hay algún germen de renovación en ésta para llegar a pensar que el siglo que vivimos será una nueva época de esplendor para ella? Si alguien lo cree así que levante la mano y ponga las cartas sobre la mesa. Yo estoy convencido —o me han convencido— de que el microrrelato o minificción tiene por delante mucho por hacer para seducir y sacar de quicio a lectores, escritores y académicos, pues a pesar de tener ya una tradición rica, si bien breve, en la literatura hispanoamericana, aún no se le reconocen todas sus virtudes y derechos en buena parte de los círculos literario, académico y editorial.
Antes de establecer relaciones entre la literatura clásica y la minificción quiero hacer un breve repaso sobre la naturaleza de ésta. Definiciones pululan entre los teóricos y otros más también clasifican; basta dar una ojeada al “Glosario para el estudio de la minificción”[1] de Lauro Zavala para darnos una idea de la maraña de términos y sinónimos laberínticos que encierran la producción y estudio de este género; conformémonos ahora con revisar los más utilizados:
Minificción. Lauro Zavala la define como “la narrativa que cabe en el espacio de una página”; además la minificción comprende al microrrelato, al minicuento y a la minificción[2] propiamente dicha. Para Koch, la minificción “es un sub-género experimental del cuento” y comprende, también, al micro-relato y al minicuento[3]. También Violeta Rojo, y en desacuerdo con su propia postura anterior, entiende la minificción como un término más amplio, “Las minificciones son formas literarias muy breves, que yo pienso deberían ser narrativas, pero esa narratividad puede darse de forma poética, descriptiva, teatral, etc.”[4]
Microrrelato (micro-relato)Término propuesto por Dolores M. Koch en su tesis doctoral de 1986 para referirse a textos ultracortos (menores a 200 palabras) de carácter experimental, moderno.[5] Lauro Zavala dice al respecto: “Es el término que yo utilizo para referirme a textos extremadamente breves —cuya extensión suele ser menor a las 200 palabras, aproximadamente—. Estos textos, para ser microrrelatos (en lugar de minicuentos), tienen un carácter genéricamente híbrido con dominante narrativa, donde se entremezclan elementos ensayísticos […] o elementos paródicos […] o elementos poéticos […]”[6].
Minicuento. Según Lauro Zavala es una “Minificción de carácter clásico con un sentido alegórico, parabólico o paródico[7], y señala que tanto Koch como Violeta Rojo, entre otros, utilizan el término para referirse a cuentos clásicos de 400 palabras o menos. Javier Perucho, en cambio, considera cada uno de estos términos como “sinónimos de una misma realidad literaria que ha sido ligeramente subestimada por su naturaleza liliputense”[8] aunque apunta dos definiciones tentativas de microcuento y microrrelato: “aquél se rige por las leyes del cuento canónico; éste no se apega estrictamente a ellas”[9].
Podemos decir, a manera de síntesis, que la minificción comprende textos breves, de carácter proteico o híbrido; es decir, que colindan y a veces se fusionan con elementos del ensayo, del poema, del chiste, del aforismo, y de formas extraliterarias como el diccionario, el instructivo, el anuncio clasificado, etc. Hemos de decir también que el microrrelato o minificción exige concisión, condensación y brevedad. Y aunque no es un elemento imprescindible, la elipsis es uno de los recursos característicos de estos textos brevísimos.

Relaciones entre minificción y literatura clásica
Brevedad. En Internet proliferan los creadores y promotores del microrrelato, hay blogs en abundancia, ya sea de crítica, difusión, o creación, incluso hay eventos colectivos programados anualmente[10]. Los escritores y lectores de esta red tienen la ventaja de comentar los textos recién horneados, y es en este espacio donde se ha ido consolidando —así me parece— la idea de que la brevedad es producto de los tiempos que vivimos, del mundo apresurado y, dicen algunos, de la posmodernidad. No abordo la brevedad como un elemento trascendental de la minificción, pues ciertamente hay otros que hacen de éste género algo más complejo de lo que muchos creen; como dice Javier Perucho:
La extensión nunca puede suplantar por ningún motivo a la estética […] ¿Desde cuándo los estudios literarios tienen como propósito primordial conocer la cantidad de palabras utilizadas en, digamos, una crónica? Ese tipo de ocios no contribuye en nada a la preceptiva de un género muy necesitado de ella, o al avance de la disciplina misma, ya de por sí cuestionada en su utilidad pública y en su función social[11]
Tomo en cuenta la brevedad en tanto que tiene una tradición milenaria, compartida entre las literaturas de oriente y de occidente; en otras palabras, la minificción no se caracteriza por ser un género cuya brevedad ha sido engendrada en la posmodernidad  —o como quiera llamarse a la época en que vivimos ahora— pues ésta ha estado presente desde la antigüedad. Y aquí nos encontramos con un primer encuentro entre la minificción y las formas breves de la antigüedad, entre la literatura contemporánea y la literatura clásica.
El principal problema al que se enfrenta la minificción con sus recelosos lectores es que se la asocia con lo vacuo, la simpleza, la ligereza, o con un simple ejercicio de estilo; todo por ser breve. Pero si la extensión fuera sinónimo de calidad literaria, en qué concepto deberíamos tener a Catulo, a Marcial, a Esopo, Samaniego, Iriarte, Alfonso Reyes. Todos ellos escribieron brevedades, cada uno en géneros y con objetivos distintos, y sin embargo nadie los baja del pedestal de la tradición literaria universal, simplemente porque no es posible, y no es posible porque los cármenes y epigramas de Catulo y de Marcial; las fábulas de Esopo, Samaniego e Iriarte; y los ensayos breves de Alfonso Reyes son ricos en literariedad. Tampoco se trata de la extrema brevedad, pues qué dirían entonces de lo siguiente:

Mentula cum doleat puero, tibi, Naevole, culus,
non sum divinus, sed scio quid facias[12]
(Marcial, III, LXXI)

¿Es un texto sin valor literario? ¿Debemos verlo como un ejercicio de estilo? La respuesta es evidentemente negativa pues, por definición, el epigrama es breve, aunque no es posible especificar qué tan breve; en este ejemplo leemos apenas dos versos, ¿si tuviera una sola o si tuviera menos palabras, dejaría de ser epigrama y, en ese caso, de ser literario? Aquí hay otro ejemplo:

Arctoa de gente comam tibi, Lesbia, misi,
ut scires quanto sit tua flava magis.[13]
(V, LXVIII)

Acabamos de leer dos líneas otra vez, catorce palabras, y pocos, o nadie, negarán su belleza; ¿dónde radica ésta?, sin duda en su naturaleza poética: es poesía. Y la minificción, como ya se apuntó, tiene a entrelazar elementos de un género con otro; constatémoslo con este minitexto de Alejandro Jodorowsky:

Calidad y cantidad
No se enamoró de ella, sino de su sombra. La iba a visitar al alba, cuando su amada era más larga.

A mí no me cabe la menor duda de que estas dos líneas, estas veintiún palabras, conforman un texto poético; incluso es muy similar al epigrama de Marcial pues en ambos existe una suerte de artimaña para llevar a cabo un placentero autoengaño: la cantidad (más rubia y más larga) es lo que sublima a cada personaje. Igualmente, en los dos ejemplos hay una historia muy sencilla, lo que quiere decir que no es en lo que debemos fijarnos sino precisamente en sus rasgos poéticos.
Accidentalmente, un brevísimo fragmento de Catulo puede tornarse, sin problemas, en un microrrelato:

At non effugies meos iambos[14]

Esta línea ha sido antologada por José Carlos Fernández Corte y funciona perfectamente como un microrrelato porque nos da un sinfín de historias posibles; veámoslo como un ejemplo de lo que puede lograr la elipsis.
Elipsis. Acabamos de ver un ejemplo del recurso que más influye en la brevedad del género aquí abordado, la elipsis; pero le he hecho manita de puerco a Catulo, lo acepto. Veamos entonces uno sin trampas; tomo, para esto, un texto recogido por Marta González González[15] del libro VII de la Antología palatina:
“esta piedra es mentirosa” (273.6)
Se trata de un epitafio, pero no se explica a sí mismo. Podemos saber o no que si la tumba es mentirosa es porque no contiene cuerpo alguno, y que las tumbas que no albergaban a nadie eran de los náufragos; pero el texto no lo dice, lo omite porque eso debe saberse o deducirse, el lector del epitafio puede concluir, sin problemas, que está ante la tumba de un náufrago. Pues lo mismo sucede con la minificción, veamos este brevísimo ejemplo de Andrés Neuman:

Novela de terror
Me desperté recién afeitado

Es un microrrelato peligrosamente elíptico porque probablemente no se intuya ninguna historia, mas igual de probables son las historias múltiples que pueden inferirse, al modo del fragmento de Catulo arriba  citado.Tan sólo pongámonos en los zapatos del personaje, qué sentiríamos si de pronto nos despertáramos sin nuestra preciada barba y bigote; ¿acaso hay alguien que me esté siguiendo a todas partes y entró a la casa antes de que yo llegara, se escondió en el clóset, me observó mientras me cambiaba la ropa, me vio acostarme y quedarme dormido y entonces sacó una afilada navaja para afeitarme? ¡Pero me habría despertado! Entonces, ¡seguramente me hizo algo para profundizar el sueño!; algo así pensaría yo, con ese título y esas escalofriantes cuatro palabras. Al final, en Catulo se adivina una venganza y en Neuman una psicosis. Muy bien, entonces la elipsis es otro punto de encuentro entre la brevedad clásica y la contemporánea.

El latín como recurso literario. Dolores M. Koch ya ha referido[16] que emplear otro idioma para el título es uno de los recursos para lograr la brevedad en el microrrelato, y cita tres de Marco Denevi:

Veritas odium parit
Traedme al hombre más veloz —pidió el hombre honrado— acabo de decirle la verdad al rey.

Curriculum Vitae
A menudo un dictador es un revolucionario que hizo carrera.
A menudo un revolucionario es un burgués que no la hizo.

Post coitum non omnia animal triste
—El padre de Melibea: ¡Desdichada, te dejaste seducir por Calixto! ¿No pensaste que después sentirías rabia, vergüenza y hastío?
—Melibea: Nosotras las mujeres sentimos rabia, la vergüenza y el hastío no después sino antes.

Para Koch, “El título en latín sugiere un contexto antiguo, medieval”, y eso ayuda a evitar explicaciones y, así, lograr mayor brevedad en el primer microrrelato. Otro autor que hace uso de este recurso es el autor más afamado de la brevedad, Augusto Monterroso, quien revierte cierta fábula y en vez de gallina nos da al “Gallus aureorum ovorum”.
Pues bien, tampoco es ocurrencia de los autores contemporáneos utilizar otra lengua como recurso literario; ésta también es una tradición que, nuevamente, podemos corroborar con los epigramas de Marcial:

Sotae filiae clinici, Labulla
deserto sequeris Clytum marito
et donas et amas: ἔχεις ἀσώτως.[17]
(IV, IX)

Intertextualidad, personajes clásicos. La reescritura de mitos grecolatinos tampoco es una novedad, nunca han dejado de permear en la literatura y en el arte en general. Quizá sea un poco más frecuente en la minificción pues gracias a su naturaleza es posible ahorrar palabras y cambiar al texto original lo que se desee cambiar o actualizar sin preámbulos ni explicaciones. La fábula y el bestiario han sobrevivido y resucitado con vigor en el siglo XX con Borges, Pacheco, Monterroso y Arreola. Géneros literarios breves que en algo se asemejan; pero en la actualidad ha surgido el fervor por determinados personajes mitológicos, históricos, sean griegos, latinos, chinos, hindúes o mexicas. Tengo un buen ejemplo: las sirenas. Estos seres mitológicos han cautivado a los próceres de la literatura y a los micronarradores en ciernes por igual.
Cuál sea causa de esta fascinación no lo sé, podríamos comenzar las pesquisas repasando lo que se ha dicho de la sirena, su símbolo. Jean Chevalier, en su Diccionario de los símbolos, además de recoger el conocido pasaje de Odiseo y las sirenas, anota:
Se ha hecho de ellas la imagen de los peligros de la navegación marítima; luego, la propia imagen de la muerte. Por influencia de Egipto, que representaba el alma de los difuntos en forma de pájaro con cabeza humana, la sirena se ha considerado como el alma del muerto, que ha errado su destino y se transforma en vampiro devorador. Sin embargo, aun siendo genios perversos y divinidades infernales, se han transformado en divinidades del más allá, que encantan con la armonía de su música a los bienaventurados que alcanzan las Islas Afortunadas; con este aspecto las representan algunos sarcófagos. Pero en la imaginación tradicional lo que ha prevalecido de las sirenas es el simbolismo de la seducción mortal.
Si se compara la vida a un viaje, las sirenas representan las emboscadas, nacidas de los deseos y de las pasiones. Por salir de los elementos indeterminados del aire (pájaros) o del mar (peces), se han convertido en creaciones de lo inconsciente, de los sueños fascinantes y terroríficos, donde se dibujan las pasiones oscuras y primitivas del hombre. Simbolizan la autodestrucción del deseo, al cual la imaginación pervertida no presenta más que un sueño insensato, en lugar de un objeto real y de una acción realizable. Es preciso aferrarse como Ulises a la dura realidad del mástil, que está en el centro del navío, que es el eje vital del espíritu, para huir de las ilusiones de la pasión.[18]
Javier Perucho se ha encargado de seguir el rastro marítimo y aéreo de las sirenas literarias y ha publicado Yo no canto, Ulises, cuento. La sirena en el micrrrelato mexicano[19], una antología donde efectivamente vemos las pasiones, deseos, virtudes y defectos de las sirenas, y los efectos que en el hombre (personaje y autor) producen sin miramientos. A continuación unos ejemplos, tomados de la antología, de lo que el genio mexicano logra al aprehender a este personaje casi siempre homérico:

La búsqueda (Edmundo Valadés)
Esas sirenas enloquecidas que aúllan recorriendo la ciudad en busca de Ulises.

Las sirenas (José de la Colina)
Otra versión de la Odisea cuenta que la tripulación se perdió porque Ulises había ordenado a sus compañeros que se taparan los oídos para no oír el pérfido si bien dulce canto de las Sirenas, pero olvidó indicarles que cerraran los ojos, y como además las sirenas, de formas generosas, sabían danzar…

Esta antología dedicada exclusivamente a la sirena, nos indica que la tradición clásica es una fuente de aguas infinitas para todo creador y, de paso, para todo compilador. Probablemente se llegue a pensar que una antología dedicada a determinado personaje o motivo clásico no vaya más allá de un gusto personal o simple curiosidad, pero podría servir para profundizar el estudio de dicho personaje o acontecer histórico, para estrechar las relaciones entre la filología clásica y las letras contemporáneas. No estaría mal, pues, encontrarnos con una antología de minificción que toque la cultura clásica introducida por un buen estudio preliminar, a fin de enriquecer las posibles interpretaciones de los textos. La antología que he citado no es un bestiario ni un compendio de fábulas; es, como dice el antologador, un sirenario. Es por eso que no me parece descabellada la idea de incluir, en esta clase de libros, un estudio previo para acreditarlos ya no como antologías sino de acuerdo al espécimen que guarden en sus páginas.

Conclusiones
Este no ha sido un trabajo exhaustivo sobre la naturaleza de la minificción y las formas breves de la literatura clásica sino apenas un esbozo de los distintos puntos en que se tocan; he querido demostrar, con algunos ejemplos, cómo lo más actual de las letras hispánicas puede vincularse con la literatura antigua. Javier Perucho incluso afirma que el microrrelato nació en China, basándose en la antología de José Vicente Anaya Largueza del cuento corto chino[20]; sería interesante saber en qué época surgieron los primeros textos breves tanto en oriente como en occidente y posteriormente analizar sus eventuales relaciones; por supuesto me refiero a textos literarios y no a meras evidencias de escritura.
Hay otros puntos en que se tocan la minificción y la literatura clásica, el humor es uno de ellos; hemos visto ya cómo los epigramas de Marcial registran un humor variopinto, y sin embargo no son simples chistes o golpes de ingenio. Cosa contraria sucede con muchos autores y compiladores; unos por falta de experiencia; los otros, de rigor.
 Para los apasionados de la brevedad literaria no debería sonar aventurado abordar los textos clásicos; así como Lauro Zavala ha propuesto seis problemas para la minificción, cabría preguntarnos si existen otros semejantes o análogos para la brevedad clásica; o cuáles son los recursos para lograr la brevedad, tal como lo hizo Dolores M. Koch para el microrrelato. Un estudio de esta clase podría hacernos ver la minificción desde otro punto de vista: si la minificción comparte sus elementos esenciales con las formas breves de la antigüedad, podríamos intuir que serían elementos comunes a toda forma breve de la historia de la literatura. Entonces, cuál sería realmente aquél elemento constituyente de la brevedad contemporánea. Quizá la verdadera naturaleza de la minificción sea su propia indefinición, su carácter proteico o híbrido, lo escurridizo que resulta cuando se lo trata de clasificar y delimitar. En fin, esperemos que haya ánimo suficiente por parte de filólogos, escritores, críticos y teóricos literarios para aunar esfuerzos y conocimiento y arrojar una nueva luz sobre el mundo que nos embriaga: las humanidades.


Fuentes
Catulo, Poesías, “Letras universales”, Madrid, Cátedra, 2006, edición bilingüe de José Carlos Fernández Corte, traducción de Juan Antonio González Iglesias, 802 pp.
Chevalier, Jean, (dir.), Diccionario de los símbolos, Barcelona, 1986,  1107 pp.
González González, Marta, “Epitafios de náufragos recogidos en la Antología Palatina” en Memorias de Historia Antigua, n° 13-14, 1992-1993, pp. 36-42.
Marcial, Marco Valerio, Epigramas, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 2004, introducción de Rosario Moreno Soldevila, texto latino preparado por Juan Fernández Valverde, traducción de Enrique Montero Cartelle, 270 pp., vol. 1.
Koch, Dolores M., “Diez recursos para lograr la brevedad en el micro-relato” en El cuento en red. N°2, 2000, p. 3, (www. http://cuentoenred.xoc.uam.mx).
______, “Retorno al micro-relato: algunas consideraciones” en El cuento en red, N°1, 2000, p. 20 (www. http://cuentoenred.xoc.uam.mx).
Perucho, Javier, Dinosaurios de papel. El cuento brevísimo en México, México, Ficticia-UNAM, 2009, 255 pp.
______, (estudio preliminar, selección, epílogo y cuentalia), El cuento jíbaro. Antología del microrrelato mexicano, México, Ficticia-Universidad Veracruzana, 2006, 164 pp.
______, (estudio, recopilación y bibliografía), Yo no canto, Ulises, cuento. La sirena en el microrrelato mexicano, “Narrativa”, México, Ediciones Fósforo-Conarte, 2008, 76 pp.
Plesiosaurio, “La minificción como género narrativo. Entrevista a Violeta Rojo” en  Plesiosaurio, año II, n° 2, marzo 2011, p 11.
Zavala, Lauro, “Glosario para el estudio de la minificción”, en La minificción bajo el microscopio, s.l., s.f., s. n., s.p. (Versión digital disponible en www.laurozavala.info).
______, “Seis problemas para la minificción, un género del tercer milenio: Brevedad, Diversidad, Complicidad, Fractalidad, Fugacidad, Virtualidad” en El cuento en red. N°1, 2000, p. 50 (www. cuentoenred.xoc.uam.mx).



[1] Zavala, Lauro, “Glosario para el estudio de la minificción”, en La minificción bajo el microscopio, s.l., s.f., s. n., s.p. (www.laurozavala.info).
[2] IdSeis problemas para la minificción, un género del tercer milenio: Brevedad, Diversidad, Complicidad, Fractalidad, Fugacidad, Virtualidad” en El cuento en red. N°1, 2000, p. 50                         (www. cuentoenred.xoc.uam.mx).
[3] Koch, Dolores M., “Retorno al micro-relato: algunas consideraciones” en El cuento en red, N°1, 2000, p. 20 (www. http://cuentoenred.xoc.uam.mx).
[4] Plesiosaurio, “La minificción como género narrativo. Entrevista a Violeta Rojo” en  Plesiosaurio, año II, n° 2, marzo 2011, p 11.
[5] Vid. nota 1.
[6] Perucho, Javier, (estudio preliminar, selección, epílogo y cuentalia), El cuento jíbaro. Antología del microrrelato mexicano, México, Ficticia-Universidad Veracruzana, 2006, p 34.
[7] Vid. nota 1.
[8] Perucho, Javier, op. cit., p. 35.
[9] Ibid., p. 33.
[10] El “Vendaval de micros” iniciado en 2010 es un ejemplo. El evento se realiza desde 2010 y cambia de sitio web cada año:
[11] Ibid., p. 15.
[12] Marcial, Marco Valerio, Epigramas, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 2004, introducción de Rosario Moreno Soldevila, texto latino preparado por Juan Fernández Valverde, traducción de Enrique Montero Cartelle, p. 116, vol. 1.
[13] Ibid., p. 190.
[14] Catulo, Poesías, “Letras universales”, Madrid, Cátedra, 2006, edición bilingüe de José Carlos Fernández Corte, traducción de Juan Antonio González Iglesias, p. 501.
[15] González González, Marta, “Epitafios de náufragos recogidos en la Antología Palatina” en Memorias de Historia Antigua, n° 13-14, 1992-1993, p. 36
[16] Koch, Dolores M., “Diez recursos para lograr la brevedad en el micro-relato” en El cuento en red. N°2, 2000, p. 3, (www. http://cuentoenred.xoc.uam.mx).
[17] Marcial, Marco Valerio, op. cit., p., 131.
[18] Chevalier, Jean, (director), Diccionario de los símbolos, Barcelona, 1986,  pp. 948-949.
[19] Perucho, Javier, (estudio, recopilación y bibliografía), Yo no canto, Ulises, cuento. La sirena en el microrrelato mexicano, “Narrativa”, México, Ediciones Fósforo-Conarte, 2008, 76 pp.
[20]Id.Dinosaurios de papel. El cuento brevísimo en México, México, Ficticia-UNAM, 2009, p 15.



David Baizabal, 
Academia de Lenguas Clásicas Fray Alonso de la Veracruz

Pilar Alba

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Pilar Alba (Zacatecas, Zac. 1974). Es licenciada en Filosofía y maestra en la misma disciplina, por la Universidad Autónoma de Zacatecas. Egresada del doctorado en Humanidades y Artes de la misma Universidad. Actualmente se desempeña como docente de la Unidad Académica Preparatoria. Ha sido becaria del Fondo Estatal para la Cultura y las Artes de Zacatecas, en el área de Literatura. Incluida en las antologías: 17 Muchachos en el Mar de los Feacios y Cuatro escritoras en busca de un lector. Incluida también en el libro de la Selección Nacional del XII Premio de Cuento Carmen Báez. Ha publicado los siguientes libros: En la Casa de los Espejos (minificciones), Las Raíces del Vuelo (minificciones), De allá del mar vendrás (novela corta), Mujeres de Sal (poesía), Mírame a los Ojos (cuentos) y Dos pájaros de cuenta (minificciones). Colabora constantemente en revistas y periódicos a nivel estatal y nacional.


Lo que yo quiero

Yo lo que quiero es coger, sí, coger con usted; así nomás, porque sí, como si nada, como quién no quiere la cosa. Coger sin nada más, sin “quieres ser mi novia”, sin “déjame pensarlo”, sin esperar meses o años. Ni ramos de flores o chocolates, sin enormes y patéticos osos de peluche que van a parar al frente, para adornar, del camión de la basura. Así, coger, sin pudor y sin recato. Sintiendo los cuerpos, el calor, el tacto. Sin ritos civiles ni religiosos, sin orquesta ni motivos en blanco. Pasar la noche cogiendo, una hora o nomás un rato; sentir que la cama se hace grande enorme y que aquí nadie, ni Dios, podrá molestarnos. Coger sin promesas de para siempre, sin lágrimas de impotencia, sin palabras de despedida. Coger conocernos en el cuerpo, sin contratos ni apellidos, sin embarazos ni descendencias, sin pensión alimenticia, sin odios ni juzgados. Coger, “sentir bonito”, “morir chiquito”, “tocar el cielo”, “como un columpio”… arriba, abajo, por un lado por el otro. Sin miedos ni preservativo, sin pastillas al día siguiente. Sin consciencias ni culpas. Coger con la embriaguez de la pasión con el ardor del deseo, coger sin nada más, aunque no nos volvamos a ver, aunque no sepamos después donde volver a encontrarnos. Aunque no me acuerde ni cuál es su nombre.


No mires atrás

No mires atrás, me decía constantemente la abuela durante mi infancia, y me recordaba la infinidad de relatos acerca de mujeres que al voltear quedaron convertidas en piedra, sal, arena…
Yo me quedaba pensando, imaginando en mi cabeza esas historias que tantas pesadillas me provocaron cuando era niña.
Fue hasta ahora que necesité tomar en cuenta el consejo.
Caminé rápido, siguiendo su indicación, sin voltear atrás, para no quedar como todas aquellas mujeres.
Mirando fijamente adelante continué la marcha. Nunca volteé, la abuela seguramente estará orgullosa.
Y, sin embargo, ahora no sé qué hacer,  aunque lo quiera ya no puedo volver la vista atrás, pero siento como los ojos llenos de arena derraman saladas lágrimas que caen hasta perderse en mis pies que comienzan a convertirse en piedra.


Lo sé

Sé que romperé tu corazón. Lo sé. Se quebrará en pedazos como un jarro lleno de agua que se resbala de las manos haciéndose añicos en el suelo, mojando la tierra, desprendiendo un olor a lluvia. Chasqueará como una rama que se parte sobre la rodilla para poder atizar el fuego con el cual se aminorará el frío de la noche. Crujirá, como la hoja seca que se pisa a propósito para poder cruzar y continuar el camino.

Sé que romperé tu corazón, lo sé, por más que intente evitarlo, por más que rodee por las calles, llegaré a tu casa, llamaré a la puerta; abrirás con ella tu corazón y me lo pondrás enfrente, sobre una bandeja.

Y entonces será inevitable, sucederá lo antes dicho, lo sé: Porque tus ojos me miran de esa manera, porque tus brazos me rodean mientras tus labios susurran en mi oído, suplicando: rómpelo.


Busca otro amor

Voy a cambiar mi número de celular sí, definitivamente, no, no le pienso contestar. Lo bueno que nunca supo mi dirección, sino ya me imagino que estaría aquí diariamente esperando cuando saliera a la calle. Ahí está otra vez la llamada, el mismo número, con ésta van ya 50 llamadas perdidas, y aún así no se da por vencido. Y eso que ya hace más de dos meses que no me paro en ese antro, no he vuelto desde ese día, me han dicho que ahí se lo han encontrado, sentado en la barra con una cuba de hielos derretidos, volteando a la puerta cada vez que llega alguien. Ahí está otra vez, ahora es un mensaje. Al principio sólo me ponía dos o tres palabras: miss you, loviou, vas a venir?, TQM. Pero, ahora se avienta parrafadas y parrafadas de reclamos, reproches y, últimamente, súplicas. Ya me tiene hasta mi madre. Noooo, no cometí la burrada de darle mi correo electrónico, si así de dañado está, ya me hubiera hackeado mi cuenta. Si ya sé que no es para tanto, hasta me parece extraño que aun no le haya caído el veinte. Que no se da cuenta, a mí me gusta salir, divertirme, si conozco alguien escaparme con él buscar un sitio solitario, su departamento, el coche o un motel. Pasar un buen rato, reír, juguetear, un par de besos, caricias, sentir bonito… nada como para azotarse, yo paso del amor, cero enamoramiento… regresar con mis amigos o tomar un taxi, y a otra cosa mariposa, que si te vi… ni me acuerdo.


El sapo

Besé al sapo a pesar de la repugnancia que el color, textura y aroma me provocaban….
Esperé pacientemente, deseando que la leyenda tuviera un mínimo fundamento.
Pasaron los días, semanas, meses… años.
El sapo siguió ahí, encerrado, en su caja de cristal…
Mi piel, su color, textura y aroma se volvieron ahora repugnantes.

Ramón Iván Suárez Caamal

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Nació en Calkiní, Campeche, el 14 de abril de 1950. Poeta y Docente. Estudió lengua y literatura españolas en la Escuela Normal Superior de México. Profesor de lengua y literaturas españolas. Coordinador de talleres literarios de poesía y cuento para niños y adolescentes; fue director de A Duras Páginas. En 1978 obtuvo una recomendación para la publicación de Zoo y otras ficciones mínimas en el concurso a nivel latinoamericano promovido por la revista La Palabra y El Hombre de la UV. En 1993 se instituyó el Premio Nacional de Poesía Ramón Iván Suárez Caamal. Autor de la letra del Himno Oficial del Estado de Quintana Roo. Colaborador de la revista literaria Tropo a la uña (Primera época). Premio Estatal de Periodismo de Quintana Roo (1987). Ha obtenido más de treinta premios en concursos nacionales de poesía, entre ellos, el Premio Nacional de Poesía Jaime Sabines (1991) por Pulir el jade y el Olga Arias (1991), de Durango. Primer lugar en los XII Juegos Florales de San Juan del Río, Querétaro (1992), por Luz del Deseo Obscuro. Primer lugar en los XXII Juegos Florales Nacionales de Celaya, Guanajuato (1992), por Cada vez más silencio. Publicó un libro para talleres literarios titulado Poesía en acción, y otro de ejercicios para talleres infantiles de poesía titulado Resortera para las palabras. Parte de su obra se encuentra en antologías como Asamblea de poetas jóvenes de México, compilado por Gabriel Zaid; Había otra vezy Costal de Versos y Cuentos (literatura mexicana para niños), compilado por Esther Jacob; Quintana Roo, una literatura sin pasado, selección de Juan Domingo Argüelles; Tiempo Vegetal (poetas y narradores de la Frontera Sur) editado por el Gobierno del Estado de Chiapas. Recientemente se le ha otorgado el  IV Premio Internacional Ciudad de Orihuela de Poesía para niños, por su poemario Palabras para armar tu canto.



Descubrimiento

Los botánicos estaban confundidos y perplejos con aquella nueva y rara especie, tal vez producto de mutaciones, y hacían conjeturas mil.
Sabían de raíces tuberosas, fibrosas, adventicias, etc., pero, caramba, era la primera vez que se topaban con una raíz cuadrada.


Último deseo

Antes que le aplicaran la Ley Fuga el reo pidió tiempo para huir. Le concedieron un minuto de silencio.


Accidente

Quiso tapar el sol con un dedo. Aullando de dolor se lo llevaron al hospital. El galeno diagnosticó:
Quemaduras de tercer grado.


Perseo

Miró la Medusa a Perseo con ojos de tristeza queriendo inflamarle el corazón de piedad.
Se topó con una estatua.


Cosas del lenguaje

1.
Para curiosidad de las comunes gentes los filólogos embalsaman a las lenguas muertas en sesudos ensayos que ocupan más estantes que la Enciclopedia Británica. Luego las exhiben entre gatos momificados, huesos de mamut  y cerebros de eruditos conservados en su propio humor.

2.
El Príncipe de los Ingenios tuvo en usufructo por lo menos veinte haciendas azucareras.

3.
Cuando el tiempo se descompone, las perfectas gentes mandan llamar al ángel relojero y, si éste, no puede hacer nada, echan los restos putrefactos al basurero para que las auras los devoren.

4.
Más temida que la abeja africana es aquélla que, entre los novios o entre los recién casados, puede definitivamente apartarlos si les clava a uno, o a ambos, el aguijón de los celos.

5.
La gente con agallas generalmente muere por su boca.


Contacto: rscaamal@hotmail.com

Textos inéditos, cortesía de su autor.

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